Skip to main content

La Laguna de la Leche, el mayor reservorio natural de agua dulce de Cuba

La laguna de la Leche, el mayor reservorio de agua dulce de Cuba, se ubica cinco kilómetros al norte de la ciudad de Morón, en el humedal norte de la provincia Ciego de Ávila y su nombre se debe al color blanco de sus aguas ocasionado por la piedra caliza del lago, cuyos movimientos naturales liberan partículas de cal hacia sus fondos.

El estanque también denominado Laguna Grande de Morón, poblado al que está estrechamente ligado, cuenta con cien millones de metros cúbicos de agua dulce, que se despliegan en una superficie de alrededor de 67 kilómetros cuadrados y tiene una profundidad de 9 pies.

De norte a sur la salida de la laguna, parte de una entrada denominada Boca de Júcaro hasta unos esteros que los marineros nombran tornos. Estos se prolongaban hacia el norte hasta el sitio llamado el Embarcadero, esa distancia era cubierta antes de la guerra independentista de 1868 por el llamado ferrocarril tortuga que atravesaba la calle San Fernando (hoy Narciso López) hasta el paradero en la poción sur de Morón, por el que se trasladaban las mercaderías al poblado de Caibarién, perteneciente a la provincia de Villa Clara.

Este curioso ferrocarril debía ir muy despacio para que sus chimeneas no desprendieran chispas que pudiesen incendiar las casas de guano dispuestas a cada lado de la vía férrea. De ahí su nombre.

Varios hechos de la historia política de Cuba involucran a esta laguna por la cual el ejército libertador merodeó durante las guerras de independencia de 1868 y 1895.

La flora del lugar se compone de diversos arboles muy útiles como el ocuje, el roble, el mangle rojo, el patabán y la palmera, mientras que la fauna la integran diferentes especies de ánades, yaguazas, corúas, manatí, caimán, entre otros. Las especies marinas, por su parte son el pargo dorado, la picuda, el delfín, el tiburón y la lisa.

En cuanto a las leyendas y tradiciones se pueden citar por ejemplo el extinto Morón Yacht Club, la Atarraya de la Colonia Española, un restaurant-bar construido en pilotes sobre el agua, especializado en pescados y mariscos, cuyo plato distintivo es la paella.

Está por otro lado la leyenda del temido Güije de los esteros, una especie de animal semejante al mono que se creía habitaba en el canal. Se le describía con grandes ojos, redondos y negros, orejas inclinadas hacia atrás que solo se mostraba en la noche y desaparecía en el agua.

Como herencia de las antiguas romerías durante la semana santa, se mantiene la tradición de los carnavales acuáticos. En los meses de verano las embarcaciones (estatales y particulares) se engalanan y compiten siguiendo una serie de parámetros: evolución artística, relación contenido-forma, y con sus colores, música y coreografías desfilan ante todo el pueblo y cientos de turistas extranjeros que se concentran en el lugar para disfrutar del espectáculo.

Por esos días abunda la comida, se cocina la muy popular y esperada la paella gigantesca por maestros culinarios, se organizan bailes, juegos, música, bebida, en fin, mucha diversión, y la Laguna de la Leche pasa a ser también no solo el más grande lago de agua dulce, sino también el más divertido de La Mayor de las Antillas.