La población cubana enfrenta un deterioro notable en su infraestructura eléctrica, agravada por los apagones diarios que no solo perturban la vida cotidiana, sino que además provocan serios daños al sistema electroenergético nacional (SEN). El reciente incidente con la explosión de tres transformadores eléctricos es una muestra de las repercusiones de la política energética impulsada por el gobierno de Miguel Díaz-Canel.
Según reportes de ciudadanos a través de videos, que fueron compartidos con el periodista Mario J. Pentón, se evidencia el estado crítico del SEN, que podría colapsar en cualquier momento. Un ejemplo ocurrió en Güira de Melena, provincia Artemisa, donde un transformador eléctrico explotó, causando un incendio cerca de viviendas residenciales, obligando a los habitantes a evacuar sus pertenencias de emergencia.
Otro incidente similar fue reportado desde Mayabeque, donde un incendio en un transformador eléctrico fue documentado. Las imágenes capturan la llegada de los bomberos para controlar el fuego. Una situación parecida se vivió en Camagüey, donde la explosión de un transformador dejó a los vecinos sin electricidad.
La falta de mantenimiento adecuado y la escasez de piezas de repuesto son algunas de las principales causas de estos incidentes, que no solo afectan la propiedad de los ciudadanos, sino que además ponen en peligro sus vidas. La Unión Eléctrica de Cuba (UNE) atribuyó una de estas averías a un cortocircuito en la subestación de 110 kV en Pinar del Río, lo que resultó en un incendio que fue sofocado por los bomberos.
Estos accidentes no son aislados y representan una constante en el sistema eléctrico de Cuba, como lo demuestra la explosión en la Subestación Diezmero en abril de 2020, que provocó un apagón masivo afectando a varios municipios de La Habana. Este incidente subraya una serie de errores sistémicos y de gestión que continúan afectando el servicio eléctrico en la isla.
Estos eventos resaltan la urgencia de una revisión y mejora integral del sistema eléctrico en Cuba, que parece estar al borde del colapso, exacerbado por una política de gestión carente de las adecuadas previsiones y mantenimientos.