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Palacio O´Farrill

El Hotel Palacio O' Farrill: testigo de la presencia irlandesa en Cuba

El Hotel Palacio O'Farril se erige con todo su encanto colonial en la esquina donde se unen las calles Cuba y Chacón, muy cerca de la Plaza de la Catedral, en La Habana Vieja, Centro Histórico de la Capital de Cuba, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.

Una de las cosas más llamativas cuando estás ante este hotel que ocupa un palacete neoclásico de inicios del siglo XIX, es que justo frente a él se halla un típico solar habanero con su profusión de viviendas improvisadas y hacinadas, inundando lo que otrora fue una casona colonial: una clásica escena de la ciudad llena de contrastes que es La Habana.

Definido como un edificio de Grado Patrimonial I, el Palacio O' Farrill fue restaurado por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y comenzó a prestar servicios en 2002 como un hotel cuatro estrellas de 48 habitaciones, de ellas 35 estándar y tres junior suites. 

Algo que lo distingue especialmente son los elementos arquitectónicos de los siglos XVIII, XIX y XX que forman parte del decorado de cada uno de sus tres pisos y una atracción única de esta instalación es el snack bar Chico O'Farril creado en homenaje a este prestigioso jazzista.

 

Palacio Farrill

 

Da acceso al lugar un portón de caoba claveteado en bronce. Una vez dentro el característico patio interior colonial conduce a una escalera de mármol que permite alcanzar los pisos superiores. Todo el interior está iluminado por la luz que filtra a través de una claraboya situada en el techo.

Gracias a la labor de restauración el edificio recobró sus características originales e incluso otras que le fueron agregadas con el paso del tiempo por las funciones a las cuales estuvo dedicado.

El nombre de este centro hotelero se inspiró en el apellido O' Farrill perteneciente a la familia que llevó a cabo la construcción de la mansión, a partir de tres casas compradas por uno de sus descendientes: Rafael. La casa no llegó concluirse hasta 1832, en que fue terminada gracias a José Ricardo O' Farrill y O' Farrill bisnieto del primer miembro de la familia que habitó la residencia.

Dicho primer propietario fue don José Ricardo O' Farill y O' Daly, un acaudalado comerciante oriundo del Condado de Longford, Irlanda vinculado al próspero negocio de tráfico esclavos, propietario de ingenios (centrales) azucareros, que arribó en 1715 a la capital y fundó una de las más adineradas familias de aristocracia colonial. Hoy varios espacios del hotel son nombrados con apelativos alegóricos ese país.

 

Palacio Farrill por dentro

 

Resalta la manera en que se ha tratado la madera. La caoba no se ha pintado sino que fue barnizada y esto ha realzado su belleza. Hay muchos muebles cubanos originales y también reproducciones, pero estas han sido tan minuciosamente imitadas que es difícil diferenciarlas de los ejemplares auténticos y el resultado es una muy agradable armonía visual. También son de admirar los bellos vitrales y los dos bancos de mármol negro situados en el pasillo que da paso al patio.

Por su parte las habitaciones estándar poseen muebles modernos y cómodos, las ventanas son pequeñas pero entra por ellas bastante luz, los pisos están embaldosados. Cuentan con cuartos de baño pequeños, limpios y funcionales. En cuanto a las Junior suites, estas son tan espaciosas y los techos tan altos que el mobiliario luche pequeño. Están adornadas con antigüedades cubanas, Los pisos son hermosos con incrustaciones de mármol y los del baño, son también de este material pero de un gris y verde muy hermosos.

Los dormitorios están equipados con agua caliente y fría, aire acondicionado, balcón, caja fuerte, mini bar frigo, secador de pelo, servicio de habitaciones, teléfono, televisión vía satélite. Mientras que entre los servicios del hotel resaltan desayuno bufet, cafetería, internet, lavandería y planchado, guardería infantil, alquiler de autos, solárium, tienda de regalos y otros.

Por décadas los descendientes de esta casta sobresalieron por sus aportes a la administración pública, la cultura, la economía y por sus títulos nobiliarios. El edificio fue también sede en un tiempo del Tribunal Supremo de Cuba.