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¿Una Iglesia Griega en Cuba?

Los visitantes del Centro Histórico de La Habana Vieja hallarán múltiples templos de la religión católica, desde algunos tan llamativos como la Catedral de La Habana hasta otros templos de formato más pequeño, pero igual de impactantes.

Sin embargo, dado el carácter cosmopolita de nuestra capital, no debiera resultar nada raro encontrar sedes religiosas musulmanas, hebreas, y hasta de la iglesia ortoxa Griega, como veremos a continuación.

La Iglesia Ortodoxa Griega, se encuentra ubicada al fondo de uno de los más increíbles y apartados jardines habaneros, el mismo que le está dedicado a la Madre Teresa de Calcuta, en la parte posterior del Convento de San Francisco de Asís.

Su nombre más preciso es Santa Catedral Ortodoxa de San Nicolás de Mira, y fue consagrada por Su Toda Santidad Bartolomeo, Patriarca Ecuménico Griego el domingo 25 de enero de 2004.

Antecede al templo un angosto sendero escoltado por lápidas que conmemoran a desaparecidas figuras ilustres de la cultura nacional, y donde se aprecian también esculturas como la que esta dedicada a la madre Teresa o la llamada Mesa del Silencio, que convoca al recogimiento interior.

Al final de esa pequeña alameda cobijada por espesos árboles, y brillando al sol con un suave resplandor dorado nos recibe la fachada de piedra del increíble templo, que se ve coronado por tejas rojas. Se trata de una pequeña ermita en forma de cruz y estilo bizantino clásico, de cubiertas abovedadas y una cúpula en el centro.

La sobriedad y prestancia de su exterior, nos recuerda levemente un cofre bizantino, y como esas cajas típicas muestra una economía de decorado siendo su principal valor estético la austeridad.

Llamará la atención del visitante su frontón, el cual luce un timbal románico proveniente de una antigua iglesia española del siglo XV, donde aparece Jesús, rodeado de ángeles y apóstoles, y que fuera especialmente donado por el Historiador de la Ciudad de la Habana con motivo de la apertura de esta sede religiosa.

Como es tradicional en el interior de una iglesia ortodoxa, no encontraremos en su recinto las estatuas policromadas de santos con que estamos tan familiarizados los cubanos desde los tiempos de la Colonia española, sino los solemnes íconos bizantinos, casi siempre pinturas que representan patriarcas y mártires de la fe consagrados como santos.

Un puesto preponderante lo ocupan Jesucristo y la Virgen María, llamada por los griegos Teotokos, y que al igual que en la iglesias católicas constituyen las principales estampas veneradas por los feligreses.Uno de los más increíbles objetos son los lampadarios que desde su finísimo estilo oriental, y labrados al detalle de seguro llamaran la atención de los visitantes.

Pero entre las piezas más valiosas de la Iglesia Ortodoxa Griega de La Habana se encuentran los íconos en relieves de plata, que fueron rescatados de aquellos incendios provocados como parte de la cruenta ocupación de los turcos en la isla de Chipre. Estas reliquias son especialmente sagradas luego de que fueran salvadas intactas de las llamas.

La confesión ortodoxa es una de las tres grandes comunidades o iglesias que toman como base al cristianismo, de manera similar a la iglesia católica apostólica y romana, y las iglesias protestantes surgidas tras la reforma luterana. Se asume normalmente, partiendo desde una perspectiva histórica, como la iglesia cristiana del Oriente, mientras que el catolicismo y el protestantismo serían las predominantes del mundo occidental.

La diferencia teológico-filosófica mayor entre los ortodoxos y El Vaticano, radica en que, mientras la Iglesia romana reconoce la trinidad considerando al Espíritu Santo como una emanación del Padre y del Hijo, las iglesias ortodoxas solo admiten que el Espíritu emana del Padre Todopoderoso.

Según quedó registrado antes de 1959 Cuba dispuso de una Comunidad Ortodoxa Griega, bastante significativa, y que principalmente estuvo integrada por emigrantes griegos y marineros de esa nacionalidad que ocasionalmente arribaban al país. Esa comunidad se vio nutrida por los emigrados rusos y ucranianos llegados a Cuba después de la Revolución Socialista de Octubre.

Hoy para fortuna de los lugareños y visitantes, este hermoso templo es un testigo perenne de la fe con que esa comunidad se ha forjado en el Caribe