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Oshún: descubre la deidad afrocubana reina del amor, los ríos, la miel, el oro y los girasoles

La Virgen de la Caridad del Cobre, Cachita u Oshún es uno de esos emblemas que nos unen a todos los cubanos por encima de cualquier diferencia o abismo insalvable.

Tal y como lo es la bandera, el himno o la figura del Apóstol José Martí, la virgencita supera cualquier orilla geográfica o ideológica para cubrirnos a todos con su manto. Incluso los no creyentes, ven en esa estampa uno de los sellos distintivos y supremos del pueblo y la cultura cubana.

Pero no sólo los católicos la veneran, sino los practicantes de religiones de origen afrocubano, que desde los remotos tiempos de la colonia decidieron identificar a sus lejanos dioses con el santoral cristiano para seguir practicando su fe desde esta isla del Caribe. Y es que uno de los principales y más caudalosos ríos del territorio Yoruba lleva el nombre de esta Diosa, un afluente que baña toda la parte Oriental de Nigeria.

Luego, con el mestizaje cultural logrado, el culto se extendió por todo nuestro pueblo desde un sincretismo de sublime alcance, configurando un vínculo especial entre un pueblo y su principal advocación mariana, más allá de las razas o posicionamientos económicos.

Ochún u Ossún es la energía que gobierna los ríos, las cascadas, los arroyos, y todas los manantiales de agua dulce, es la más dulce y sensual de todos los orishas. No en balde se dice que ella es muy coqueta, y zalamera. Al igual que toda mujer cubana gusta de los perfumes, las flores y las joyas que le hacen lucir hermosa.

Con sus hijos es sensible, siempre los ampara ante cualquier acontecimiento trágico, y los sobreprotege, de modo que por lo regular son un tanto malcriados, llorones, sensibles y altamente emocionables.

Hija de Oxalá y Yemayá, al todos los ríos conducir al mar, siempre se une en algún momento al seno de su madre, la reina de los mares, y desde la inmensidad de Yemayá se funden en un abrazo interminable.

Usualmente se le identifica como la “Gran Maga”, pues sabe muchos “ebbos” (trabajos mágicos) y lo fundamenta diciendo que llega a los pies de su padre, pidiendo ayuda y consuelo con su más dulce y delicada modulación de voz. No obstante, mayormente se recurre a Oshún, para arreglar los problemas amorosos y sentimentales, enamorar a alguien o apaciguar una situación afectiva.

Esta Orisha es dueña del oro, la miel, la calabaza y los girasoles, y así como protege a sus hijos, es también celosa de sus ofrendas, y regalos, cuidándolos con gran extremo, pues se encariña con todas las cosas que le fueron entregadas de manera sincera.

Su parte de mayor influencia en el cuerpo es el vientre bajo, y por lo tanto protege los embarazos riesgosos y dificultosos y toda el área abdominal en general. Los colores que le están consagrados son aquellos de tonos cálidos y que van desde el amarillo más pálido hasta el dorado bien brillante, tomando también pigmentos semi-rojizos que lo acercan al color naranja.

Ochún es uno de los Orishas mayores, considerada la Diosa del amor y también la patrona de los amores ilícitos. Por cualquier problema de amor los creyentes vienen ante ella buscando ayuda. Ochún, Oricha mayor. Es dueña del río y también del amor, la paz, la femineidad, la hermosura, la dulzura y la coquetería.

Siendo una diosa tan popular, querida y respetada, es natural que alrededor de ella existan muchos pataquíes (como se le suele llamara a las historias entre los yorubas), cada uno de los cuales se relaciona con sus diferentes atributos y con sus cualidades de hidalguía, gracia y belleza.