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Almendrones, las joyas rodantes de La Habana

Fue en 1898 cuando hicieron su debut en las polvorientas calles de La Habana los primeros automóviles que llegaron al país, aquellos ruidosos “Parisienne” eran vehículos se movían con bencina y sólo podían alcanzar los 10 kilómetros por hora. Así se iniciaba una mágica relación entre la capital cubana y esos coches clásicos que tanta distinción le otorgan al paisaje citadino.

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Viajar a Cuba es como volver medio siglo atrás, pues más por suerte que por desgracia, el país dispone de uno de los parques automovilísticos más antiguos y conservados del planeta, una colección rodante es digna de ser fotografiada y disfrutada por los diferentes viajeros, aunque cierto es que además de ser altamente contaminantes en algunos casos también es inseguro moverse en esos vehículos de mas de medio siglo de historia.

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No obstante, son muchos los turistas que ponen de lado cualquier riesgo, y deciden conocer a partir de sus propias experiencias esas historias que versan sobre esos coches clásicos que se han sobrepuesto al destino de convertirse en viejos cacharros para seguir surcando las increíbles calles de La Habana.

Desde el momento mismo en que llegamos al aeropuerto José Martí de La Habana, notaremos la increíble presencia de cientos de viejos coches, la inmensa mayoría de origen americano.

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Son taxis que aguardan el arribo de los turistas que llegan a Cuba, quienes muchas veces quedan un tanto confundidos ante la inquietante presencia de esos coches antiguos allí. Son los mismos visitantes que luego se muestran entusiastas al comprender que en esta ciudad dormida en el tiempo, los coches son uno de los mejores testigos de ese viaje al pasado.

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Desde los vetustos Ford o Chevrolets, hasta los soviéticos Moskvitchs, un coche de aspecto muy similar a un SEAT-124 y que con más de 200 mil kilómetros en el marcador, todavía puede circular con una dignidad alucinante.

En el Moskvitch no hay cinturon de seguridad, ni sacos de aire, ni ABS, los focos apenas iluminan delante y los limpia-parabrisas difícilmente logran escurrir el agua que se montona en el cristal delantero, sin embargo son los flamantes autos modernos de La Habana.

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Fuera de ellos están los conocidos almendrones, que es como se les llama a los viejos taxis americanos, y cuya bregar es incesante entre los barrios habaneros. Lo mismo tomándolos en las paradas o haciéndole las típicas señas.

Lo cierto es que su uso sale bien económico para los turistas, y son relativamente asequibles para los cubanos de a pie si tenemos en cuenta que los sueldos son realmente irrisorios.

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Entre esos almendrones lo mismo encontraremos coches de los años 30, 40 o 50, y marcas tan emblemáticas como Cadillac, Chevrolet o Pontiac, que siguen rodando como en un desafío al tiempo y sus rigores.

Recordemos que los automóviles norteamericanos dejaron de entrar a la isla en el propio 1959, cuando se cortaron los arribos por un par de décadas para luego potenciarse la importanción de las marcas de países socialistas como Rusia, Polonia y la RDA.

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Hoy tras los duros años del período especial y las necesidades acumuladas por el pueblo cubano, no quedan demasiadas alternativas, y toda esa amplia gama de coches nos desconciertan, aún cuando el 90% han sufrido alguna que otra modificación. Casi siempre las remodelaciones incluyen el montaje de motores diésel de camión, y la sustitución de la mecánica por otras más económicas y menos gastadoras de combustible.

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A bordo de un almendrón el viajero puede atravesar la hermosa Habana por solo cinco pesos, el equivalente aproximado a 0,25 €. Si bien su uso está muy extendido entre los ciudadanos cubanos, los turistas que aprovechan la oportunidad para volver al pasado en uno de esos monstruos rodantes donde pasearon nuestros abuelos.

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