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Matías Pérez

¿Por qué voló como Matías Pérez?

¿Por qué? ¿De dónde viene esta frase popular que se conoce en toda la isla? ¿Quién era ese Matías Pérez y qué le sucedió?

Pues resulta que Matías Pérez era un portugués ex marino, fabricante experto de toldos y lonas para los barcos que se había radicado en la isla en el siglo XIX y era conocido por su osadía, grandes aspiraciones y su extraordinaria valentía.

Su obsesión y mayor sueño, en cuyo logro trabajaba incansablemente, era volar, y dada su perseverancia y le energía que ponía en lograr su anhelo de surcar el cielo, se convirtió en un gran estudioso de las leyes de la aeronáutica y leía una tras otra, las publicaciones europeas acerca de este tema.

Llegó a ser incluso asistente de un conocido aeronauta de aquellos tiempos: Godard, para él, Matías, preparaba los pormenores previos a cada vuelo y llegó a acompañarlo en tres ocasiones.

El La Habana se convirtió en el "Rey de los Toldos" pues estaban muy de moda en la ciudad y fueron para él en un negocio realmente lucrativo que le reportaba sustanciosas ganancias.

Pero la consecución de su sueño era una prioridad, así que ya radicado en la isla, en 1856, compró el Globo "Ville de París" (La Villa de París) a Godard por 1240 pesos, una suma considerable para aquella época.

 

Matías Pérez

 

Pues, sin dilaciones, ese mismo año, el 12 de junio, Matías Pérez se dirigió hacia Los Campos de Marte, hoy Parque de la Fraternidad, en La Habana. Miles de personas se reunieron en el lugar para apoyar y aclamar al valiente y atrevido portugués. El globo comenzó a alzarse exitosamente entre clamores y pañuelos que se agitaban, recorrió varios kilómetros, pero ya cuando estaba a una considerable altura empezó de pronto a bajar con rapidez. Tal parecía que se, había roto la tela, pero lo que en realidad había pasado era que la cuerda que abría la válvula del vehículo volador estaba trabada.

Entonces, Matías Pérez, se vio precisado a subir por las sogas que sujetaban la cesta o barquilla y abrió la boca del globo aerostático y así, con sus brazos, la sostuvo por un momento para que el aire penetrase y disminuyera la velocidad de descenso. La nave terminó aterrizando en la Quinta de Palatino, próxima al Rio Almendrares.

Dos veces más intentó reunir al público en Los Campos de Marte pero el mal tiempo le frustró ambas aventuras.

Hasta que al fin llegó su segundo vuelo, fechado el 29 de junio del mismo año, que también fue el último. El obstinado Matías ascendió en su globo desde el Parque de la Fraternidad y pocos minutos después una potente ráfaga de viento lo elevó a las alturas vertiginosamente y la multitud consternada vio la nave alejarse hasta no ser más que un punto en las nubes que finalmente desapareció, sin que nunca más volviese a saberse nada de su temerario tripulante.

Y bueno, ya sabes lo que se dice en Cuba cada vez que algo se pierde sin dejar huellas.