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El Túnel de La Habana, maravilla de la ingeniería civil cubana y símbolo de su Capital

El Túnel de La Habana, seleccionado como una de las maravillas de la ingeniería civil cubana, por la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros Civiles de la Construcción de Cuba (UNAICC), es una hermosa y colosal obra vial construida bajo el canal de entrada de la Bahía de la Capital de la Isla, que une el centro histórico de la urbe con su porción este.

Túnel

Uno de sus extremos se localiza en La Habana Vieja,  Patrimonio de la Humanidad, en la intersección entre la Avenida del Puerto y el Malecón habanero, rodeando por el magnífico monumento a Máximo Gómez, mientras el otro asoma en el lado opuesto de la bahía, cerca de la Fortaleza de los Tres Reyes del Morro, perteneciente al municipio Habana del Este.

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Esta obra impresionante y majestuosa se extiende por debajo del canal de entrada a la Bahía de la Habana con una longitud de 733 m, a una profundidad de entre 12 y 14 m.  Posee “compuertas de seguridad contra ras de mar”, un optimo servicio de alumbrado interior, sistema de ventilación y protección contra incendios. Su ancho es de 21,85 metros, los tubos de las dos sendas tienen una amplitud de 7,30 metros y admiten la circulación de 6 000 vehículos por hora, a una velocidad de 60 km/h, los cuales demoran 44 segundos en recorrer el túnel, cuyo costo fue de 28,5 millones de pesos.

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Su financiamiento y el de la Vía Blanca estuvieron a cargo del Banco de Comercio Exterior (BANCEX), dirigido por la administración del entonces presidente de la República Fulgencio Batista, que intervino en transacciones azucareras que posibilitaron la obtención de parte de los recursos. También contribuyeron con estas obras civiles la Financiera Nacional creada en 1953 y empresas estadounidenses que concedieron préstamos.

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La construcción se realizó en 30 meses por la compañía francesa Societé de Grand Travaux de Marseille, con mano de obra nacional y bajo la dirección facultativa y ejecutiva del ingeniero cubano José Emérito Menéndez, quien diseñó un seguro y eficiente sistema de tubos de hormigón reforzado que soportaba el peso de miles de toneladas de agua.

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El proceso se produjo en condiciones extremadamente difíciles porque los trabajadores tenían que laborar bajo el agua, usando trajes especiales y expuestos a enfermedades e incluso a la presencia de tiburones. Se inició en 1957 y concluyó el 31 de mayo de 1958, día en que fue inaugurado.

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De las cuatro vías  con que cuenta el túnel, dos van hacia La Habana Vieja  y dos hacia la zona este en la cual se pensaba construir y desarrollar una nueva ciudad que abarcaría la hermosa franja costera denominada Playas del Este. Aunque esta idea no se concretó, sí se produjo un florecimiento económico en la zona después de la construcción del Túnel y la Vía Blanca, donde la burguesía habanera estableció sus casas y clubes privados de veraneo.

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Para realizar la monumental obra se emplearon técnicas de construcción innovadoras a nivel mundial, las cuales incluyeron la excavación primeramente de sus dos entradas, a las cuales se les denominó La Orquídea. Esta fuente afirma, además, que para el trayecto marino, se usaron cinco cajones de 90 metros de longitud por 21,85 de ancho y siete de alto, todos construidos en un dique seco por la compañía Panamericana en tan solo cuatro meses. Dichos cajones se llevaron flotando al sitio donde serían emplazados y fueron sumergidos hasta “la posición definitiva, en un lecho del fondo marino previamente dragado”.

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El Túnel representa un ahorro de decenas de kilómetros para los habaneros que viven o trabajan en La Habana del Este, en repartos como el Camilo Cienfuegos, Cojímar o Alamar, quienes pueden llegar en menos de un minuto al otro lado de la bahía en un ómnibus o taxi, mientras que antes de la  existencia de esta maravillosa obra ingenieril, se veían obligados a realizar un extenso rodeo, a veces de horas, alrededor del denominado “anillo” que circunda la ciudad.

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Para los expertos, esta ingeniosa obra es como una industria en si misma pues incluye suministros de energía, generación auxiliar, bombas de drenaje, ventilación, iluminación, y control de tránsito y fue evaluada entre las siete maravillas de la construcción civil de la Mayor de las Antillas, por su geometría, sus apoyos o cimentaciones, sus innovadores métodos constructivos, la calidad de los materiales empleados, la gran importancia socio económica que posee, su incalculable utilidad pública y su gran belleza.

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