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El Museo Napoleónico de La Habana, la mayor colección pública sobre Napoleón Bonaparte en América Latina

El Museo Napoléonico de La Habana es una institución cubana que atesora la colección abierta al público más importante de América Latina, de objetos que pertenecieron o están vinculados con Napoleón Bonaparte, y se ubica en un edificio que imita un palacio renacentista florentino del siglo XVI, situado en el No 1159 de la Calle San Miguel, esquina a Ronda, en el Municipio Plaza de la Revolución.

Muy cerca de la Universidad de La Habana se erige este museo fundado en 1961 y que ocupa las cuatro plantas de una magnífica e imponente edificación, cuyo diseño y construcción estuvieron a cargo de los arquitectos Govantes y Cabarrocas, en los años finales de la década del veinte del pasado siglo y en la cual predominan cristales europeos, mármoles italianos, hierros forjados y maderas preciosas.

El museo cuenta con entre siete mil y diez mil piezas de la época napoleónica que incluyen una reliquia como es el caso de la mascarilla mortuoria original del emperador hecha y traída a Cuba por Francesco Antommarchi, médico de cabecera del emperador, el reloj de oro que marcó las horas finales de su vida, así como una vasta biblioteca conjunto que se considera tiene un valor millonario.

Atraen también la atención otros objetos de Napoleón como el bicornio, la casaca y el catalejo que utilizó en Santa Elena; así como dos pistolas que llevaba durante la toma de Moscú en 1812, una lámpara que regaló a Josefina, un molar y un mechón de cabellos.

Los diversos objetos abarcan distintos períodos la vida de Bonaparte: el reinado de los Borbones, la Revolución Francesa, su ascenso al poder, el consulado y el imperio, las principales batallas, el regreso de la isla de Elba y la batalla de Waterloo.

En las galerías que abarcan los cuatro pisos del palacio pueden admirarse esculturas, trajes, grabados, un busto de mármol del emperador, muebles de estilo, trajes, armamento y equipo militar, objetos históricos del siglo XVIII, de la Revolución Francesa, artes decorativas, la evolución del gran Arte Imperio y pinturas originales que muestran la imagen de Napoleón, hechas por artistas como Jean Baptiste Regnault, Jean Vivert, Françoise Flameng y Robert Léfèvre, entre otros.

Se suma la parte de una valiosísima vajilla donada por la princesa de Napoleón, viuda de Marie Bonaparte, príncipe Napoleón, que es descendiente a su vez del Rey Jerome, hermano menor de Bonaparte, la cual participó en 2011 en la reapertura del Museo tras un serio, minucioso y costoso proceso de restauración capital que duró cinco años, rectorado por la Oficina del Historiador de la Ciudad.

En julio de 2014, según una noticia de la agencia EFE, tuvo lugar en Cuba el XII Congreso de la Sociedad Napoleónica Internacional, en el cual participaron expertos de Canadá, Francia, Estados Unidos, Rusia, Polonia y otros países, interesados en conocer el Museo Napoléonico, que aunque fue creado en 1961, parece haber sido recién descubierto fuera de Cuba luego de que se reabrieron sus puertas en 2011 y sobre todo después de ese evento que para los estudiosos asistentes constituyó el "descubrimiento de un tesoro escondido".

El majestuoso inmueble donde radica el museo era originalmente la vivienda del doctor Orestes Ferrara Marino, abogado y político de origen italiano que ocupó cargos relevantes entre ellos el de representante de Cuba ante la UNESCO, quien la bautizó con el nombre de Dolce Dimora, cuyo diseño se inspiró en un palacio renacentista florentino del siglo XVI.

Una gran parte de las piezas que exhibe el museo eran propiedad del magnate de la industria azucarera, el millonario Julio Lobo, ya desaparecido, a quién se le consideraba el hombre más acaudalado de Cuba al triunfar la revolución en 1959. Este señor dedicó una buena parte de su enorme fortuna a reunir objetos relacionados con Napoleón en casas de subasta europeas y estadounidenses.

De martes a sábado abre sus puertas esta emblemática institución desde las 11 de la mañana hasta las 6:30 de la tarde, y los domingos de 9 a 1. Después de conocer los tesoros del museo y disfrutar de la arquitectura del esplendoroso mueble que lo acoge, pueden visitarse otros conocidos lugares muy cercanos como La Universidad, el Hotel Habana Libre, la heladería Coppelia, e incluso el Malecón.