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Faro Colón

Faro Colón en Camagüey: el segundo gigante luminoso de Cuba

Solo excedido en tamaño por el fanal del Morro en Santiago de Cuba, se erige imponente y desafiante al tiempo el Faro Colón, ubicado en Punta Maternillos, una lengua de tierra del Cayo Sabinal, en el municipio Nuevitas de la provincia de Camagüey.

Es llamado así en honor al almirante Cristóbal Colón y el nombre puede leerse en grandes letras de bronce situadas en la porción del faro que da al mar, en este sitio perteneciente al archipiélago Sabana -Camagüey donde se hace más estrecho el paso por el Canal Viejo de la Bahamas.

Actualmente el potencial lumínico del fanal lo garantiza un sistema eléctrico planta Ruston de 4kw, lámpara del 1500 Wat, equivalente a 500 mil candelas y un destello de luz blanca cada cinco segundos. El alcance potencial de la luz es de 38 millas y el real de 19. El foco tiene una elevación de 52,5 metros sobre tierra y 53,5 sobre el nivel del mar. La luz auxiliar para emergencias que posee consiste en una linterna con un diámetro de 300 mm, equipada con un destellador MM-3, 6 baterías de 2 volt y 500 A/h, una bombilla de 12volt y 60 wat.

Estas condiciones tecnológicas, por supuesto, distan mucho de las que tuvo el faro en sus inicios e incluso muchos años después.

Resulta que los trabajos de construcción de este gigante comenzaron en 1847 y se decidió edificarlo precisamente en este lugar estratégico, para salvaguardar a las embarcaciones que navegaban por estas aguas, en las que se producían accidentes con frecuencia.

 

Faro Colón

 

Esto sucedía debido a que además de ser esta la parte más estrecha del Canal Viejo de Las Bahamas, existía en ella una gran barrera coralina que dificultaba la navegación y, ante la carencia de iluminación y señales, muchos navíos chocaban con ella y se producían naufragios en las cayerías del litoral norte del territorio.

La primera piedra del faro fue colocada en 1847 por Mariano Carrillo Albornoz Eximo. Sr. Gral. Director Sub-Inspector del Real Cuerpo de Ingenieros de la Isla. El encargado de supervisar la obra fue el comandante del Batallón de Ingenieros José Benítez y su construcción se le encargó al teniente coronel de ingenieros de Puerto Príncipe, Juan Campuzano Marichal y al aparejador Domingo Fontén. Trabajaron en ella africanos (congos y lucumíes) y también colonos canarios.

Y no fue nada fácil realizarla. Baste decir para comprender su envergadura que Cayo Sabinal se ubica a 15 millas de la Bahía de Nuevitas y en aquella época la única vía de comunicación con esta isla era por mar en pequeñas embarcaciones y todo lo que necesitaba para construir el faro debía ser traslado de este modo.

Hoy, afortunadamente, puede accederse por el pedraplén Sabana-Camagüey que abrió a Cayo Sabinal al mundo, pues sus espectaculares costas han sido calificadas por publicaciones especializadas como imprescindibles para quien guste del turismo de sol y playa y del inmersionismo que garantiza el Centro Internacional de Buceo, en la barrera coralina donde pueden apreciarse los antiguos navíos hundidos cuando no existía el Faro Colón para alumbrarles el camino.

Pero en su etapa constructiva durante el siglo XIV, el agua que se utilizaba en la construcción del faro así como la potable, se extraía de una casimba creada a dos millas de distancia aproximadamente y era transportada en yuntas de bueyes o pequeñas embarcaciones. Los alimentos y materiales, por su parte, eran suministrados por vía marítima, y en ocasiones demoraban por causa de las inclemencias del tiempo.

Ante esta compleja situación se decidió construir un camino hasta el fuerte San Hilario localizado en el extremo oriental de cayo Sabinal –hoy otra de las atracciones para el turismo– que no era azotado por los fenómenos meteorológicos y hacía más fácil la comunicación con la villa.

El faro se inauguró sin que se hubiese montado la farola, el 23 de abril de 1849, en honor a la reina Isabel II de España, en un acto presidido Blas Rodríguez Ogea, teniente de Gobernación de Nuevitas.

Construcción y renovación

En cuanto a las características del fanal. En su interior fueron dejados espacios para la caja con la bomba del agua y los depósitos de la caldera de aceite. El zócalo tiene una altura con respecto al nivel medio del mar de 9,13 metros. La torre descansa sobre este y el cañón tiene dentro una escalera de caracol de 206 pasos, realizada con planchas de hierro estriado y cinco habitaciones superiores para alojar el servicio del faro y a los empleados.

Cuando se concluyó tenía poco menos de seis metros de diámetro, paredes de algo más de uno y la altura final alcanzaba los 35,26 m. Justo a esta altitud se edificó la cornisa que soportaba la baranda del mirador. Para acceder hasta el fanal hay que subir un total de 244 escalones.

Ante la dificultad que representaba conseguir agua y para garantizar que el faro contara con el preciado líquido se construyó un aljibe vertical de 18 metros cúbicos de capacidad, con el fin de almacenar la que se escurriera de las lluvias. Fue hecho a igual altura que el zócalo que sustentaba la torre, aunque se realizó separado de este para evitar el acceso de los piratas al interior del faro, que guarecería a los torreros y sus familias.

Por su parte, la lámpara y la linterna fueron trasladadas a Cayo Sabinal desde La Habana, en un vapor llamado Cetro que llegó a su destino en 1850. El costo de estos aditamentos indispensables fue de 11.730 pesos, sin contar los gastos de transporte. Finalmente el Faro Colón fue encendido el 1ro de mayo de 1850.

Sus habitaciones en cambio, no tenían capacidad para asumir a las familias de los torreros, así que el ingeniero Juan Campuzano hizo el proyecto de una casa vivienda que la Junta de Fomento vino a aprobar en 1850 y que sin embargo, ni siquiera después de esto se edificó. Fue el propio torrero quien la construyó en 1853 y su iniciativa fue desaprobada por la Comisión de Faros.

En 1864 vinieron a iniciarse las viviendas de los torreros y el almacén que se habían proyectado en 1961. Pero la falta de presupuesto hizo que se paralizaran. Muchos fueron los intentos infructuosos de terminar las obras del Faro Colón, pero no fue hasta 1906 que se repararon y fueron ampliados los edificios gracias a la labor del Ingeniero José C Castillo.

Cuatro décadas después en 1945 una inspección de la Marina de Guerra constató el deplorable estado en que se encontraba el faro y en 1955 fue que se produjo la renovación del equipo lumínico con un sistema de petróleo, pues el anterior funcionaba con aceite de oliva.

Después del 1959, con el triunfo revolucionario, el gobierno de la isla creó el Instituto Cubano de Hidrografía y le encargó el cuidado de la instalación. Este órgano reconstruyó la edificación, instaló tanques de almacenaje de agua y una bomba para extraerla y levantó edificaciones anexas que fueron principalmente almacenes, parqueo y la acera de hormigón. Creó además una sala de historia en 1988 que narra los hechos principales ocurridos desde la creación del fanal.

Hoy, según afirma la Ecured, el Faro Colón es atendido por el grupo empresarial GEOCUBA, que lo mantiene en buen estado y lo repara sistemáticamente.