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Muralla

La gran muralla de La Habana

Entre los detalles de La Habana que más admiración provocan entre los visitantes se encuentra su característico sistema de murallas y fortalezas, que tanto nos asemejan a otras ciudades feudales de Europa, o de América, como es el caso de Cartagena de Indias.

No obstante, si bien el Castillo de los Tres reyes del Morro y La Cabaña son más conocidos, mucho no se habla de la más vetusta de las fortificaciones capitalinas: La Gran Muralla de La Habana.

 

Castillo de la Fuerza

 

Es posible distinguir hoy, en varios segmentos de la capital cubana, esa enorme cortina de rocas que un día protegió a los primeros criollos. Fracciones de la muralla, que fuera una suerte de cinturón para La Habana durante siglos, quedan hoy como testigos del hecho que más haya influido en la historia urbana de la Isla.

Dicho muro prefiguró la ciudad futura, realzó su estructura y orientó su crecimiento inicial hasta constituir a la pequeña villa de San Cristóbal en la ciudad más grande de todo el caribe insular.

Fue en el año 1603 que el ingeniero militar Cristóbal de Roda proyectó el amurallamiento de La Habana, inicialmente realizado con troncos de árboles. Luego, para culminar el proyecto defensivo de San Cristóbal de La Habana tras el primer sistema de defensas costeras, se ideó amurallar la villa para convertirla en una plaza invencible.

No fue hasta 1674 que comenzaron las obras y se extenderían hasta el 1797, con un diseño muy distante del original, y que abarcaba también una buena parte del litoral habanero y conformando un arco de 4,5 kilómetros y 11 metros de altura.

 

Muralla

 

Igual de notables eran las nueve torres, los disímiles portones de acceso y las 182 piezas de artillería, se demarcaban el límite de la ciudad originaria. Según se sabe por los anales de la época, el acceso a la ciudad intramuros se disponía a partir de un horario bien estricto, que regulaba su apertura al amanecer y el cierre al anochecer de cada día.

Con el paso del tiempo, y el inevitable crecimiento de la ciudad extramuros y su ya innecesaria utilidad militar se convirtió en un obstáculo real para el tráfico y el comercio de los habaneros, por lo cual se ordenó su demolición en algunos fragmentos.

El desplome se inició en 1863 y se tardó hasta inicios del siglo XX. Tras derribar a aquella vetusta cortina de piedras, el barrio, identificado hasta entonces como Las Murallas, pronto sería la génesis de una ciudad esplendorosa y moderna, con importantes edificios civiles y comerciales, así como lujosos palacios y villas.