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Plaza Fraternidad

Parque de la Fraternidad, esa franja verde que abraza el Capitolio

La Habana es la ciudad más visitada de toda Cuba, múltiples son los valores que hacen de nuestra capital una urbe de ensueño para el visitante que pisa suelo proveniente de distantes geografías.

Uno de esos lugares de indudable belleza y que nos invita a pasar un rato agradable y de relajamiento, es el conocido como Parque de la Fraternidad que ocupa el lugar del antiguo Campo de Marte, muy cerca del Capitolio Nacional.

Rodeando la Fuente de la India, el Palacio de Aldama y el edificio del Palacio Central de Computación, y claramente delimitado por las calles Reina, Monte, Dragones y Prado, este parque es por excelencia un lugar de encuentro para todos quienes gustan de andar la populosa Habana, pero además de todo eso es un símbolo de la hermandad continental.

Y es que en el parque existe una frondosa ceiba que fue sembrada con mezcla de las distintas tierras que conforman los países americanos y a su alrededor se colocaron bustos de las figuras mas destacadas en las gestas libertarias del continente.

El actual Parque de la Fraternidad está estructurado por un conjunto de pequeños y grandes placeres. Su entorno se acrecienta con la presencia de edificaciones monumentales como el mencionado Capitolio o el arranque de puntos urbanos tan significativos como el Paseo del Prado, el Barrio Chino de la Habana, emblemas todos de la ciudad capital de Cuba.

 

Plaza Fraternidad

 

Si hacemos un poco de historia descubriremos que este parque precisamente se configuró a raíz del Congreso Panamericano celebrado en 1929 en La Habana. En el centro del mismo fue plantada la enorme Ceiba, pero su historia es anterior.

Durante la segunda mitad del siglo XIX, el franco despegue demográfico y las nuevas actividades industriales suscitadas en la habana requirieron mayor cantidad de terrenos, obligando al Capitán General de Cuba en ese entonces Don Miguel Tacón, a aprobar la urbanización de terrenos extramuros.

Se trazaron nuevas calles en torno al Paseo del Prado y al Parque de la Fraternidad, superando las antiguas murallas que constreñían La Habana, obsoletas al haber perdido su función militar y que comenzaron a demolerse en 1863.

El parque fue construido en 1892 con el objetivo de conmemorar el cuarto centenario del descubrimiento de América por Cristóbal Colón. Para los primeros años de la República se trazaron allí caminos, canteros y fuentes convirtiéndola en una plaza muy concurrida y moderna, pero lamentablemente luego de la tormenta de 1926, el lugar quedó hecho escombros y fue olvidado.

Ya durante el gobierno de Gerardo Machado se realizaron importantes obras bajo la batuta del urbanista francés Jean-Claude Nicolas Forestier, quien inició el proyecto de parque de recreo en esta zona con alamedas, paseos y bancas convirtiéndola en un lugar turístico de gran concurrencia.

La iniciativa tenía como objetivo celebrar la VI Conferencia Panamericana, El parque quería simbolizar la fraternidad de todos los países americanos, y por ello se colocaron bustos con algunas de las figuras más representativas del continente americano, como Abraham Lincoln, Simón Bolívar, Francisco de Miranda, Benito Juárez o José de San Martín.

 

Plaza Fraternidad

 

A la par se añadió una frase alegórica de José Martí que reza proverbialmente: «Es la hora del recuento y de la marcha unida y hemos de andar en cuadro apretado como la plata en las raíces de los Andes. Los pueblos no se unen sino con lazos de amistad, de fraternidad y de amor».

Si bien el parque fue perdiendo tamaño debido a los constantes cambios que experimentó, no fue hasta el año 1999, en ocasión de la Cumbre Iberoamericana celebrada en esta ciudad, que se hicieron mejoras en cuanto al césped, la iluminación y la pavimentación, por gestión de la Oficina del Historiador.

Hoy sigue siendo una de las zonas más concurridas de la ciudad y es utilizada como parada de varías líneas de autobuses metropolitanos En los alrededores aparcan gran cantidad de almendrones, coches antiguos americanos que son utilizados como taxis colectivos, una postal habanera que ha recorrido el mundo.