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Entérate por qué la Rumba Cubana fue declarada en el 2016 Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO

El treinta de noviembre de 2016 las agencias y los medios de prensa se hacían eco de la noticia: la Rumba cubana había sido declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO para asombro, orgullo y alegría de todos los nacidos en la Mayor de las Antillas.

Cada argumento que avaló la decisión fue más contundente que el otro: la rumba es una forma de expresar autoestima, resistencia y contribuye a la formación de la identidad nacional; una manera de defender el derecho a la diversidad cultural sobre la base del respeto mutuo.

Le siguieron otros igual de poderosos como que es un modo de expresar el patrimonio oral e inmaterial donde coinciden armoniosamente la tradición y la contemporaneidad; por su esencia integradora y la diversidad cultural que la caracteriza, es una manifestación de amplio alcance social; la riqueza del su ritmo así como la gracia y sensualidad de sus bailes y cantos y la alegría que infunde conectan a las personas sin que importen género, fenotipo, situación geográfica o condición social.

Y sí, la rumba es eso, pero es también muchas cosas más que solo pueden descubrirse adentrándose en ella y dejándola entrar, sintiéndola, bailándola, tarareándola permitiendo que nos lleve a un lugar muy personal repleto de intima alegría, júbilo y pasión.

Nació en los barrios urbanos más pobres de Cuba, está muy ligada a la cultura africana, pero posee también algunos elementos culturales propios de las Antillas y el flamenco español.

Según la Ecu Red, la UNESCO también la reconoce como “una mezcla festiva de músicas y danzas”. Afirma además que constituye una de las manifestaciones musicales cubanas más prestigiosas desde el punto de vista folklórico y popular y su práctica se extiende a otras naciones

Ya en 2010 había sido declarada Patrimonio Cultural de Cuba y en esa ocasión el destacado escritor Cubano Miguel Barnet, presidente de la Unión de Escritores y Artistas de la isla (UNEAC), auguró la decisión que seis años después tomó la UNESCO.

Y es comprensible este vaticinio cuando se conoce la historia de este fabuloso género. Las referencias históricas relacionadas con la rumba datan de los siglos XVIII y XIX época en que se manifestaba en los barracones de los esclavos, en los campos, bateyes y caseríos aledaños a los ingenios (fábricas azucareras). En pueblos o ciudades los cabildos negros allí organizados realizaban rumbas que eran verdaderas fiestas donde se cantaba, bailaba, ingerían alimentos y bebidas alcohólicas y se hacía bajar un oricha (dios africano) para que participara en la festividad profanamente.

La música por lo general era improvisada, no contaba con los instrumentos que hoy poseen los conjuntos que interpretan el género, sino que quienes la tocaban empleaban cualquier medio sonoro que pudiera percutirse para crear la polirritmia compleja y alegre que acompañaba canto, estribillos y danza. Se usaba también como baile de fertilidad.

Fueron esenciales en su evolución las plantaciones de caña de azúcar de La Habana y Matanzas donde el baile abierto de pareja constaba de figuras a veces complejas con movimientos de cadera y pelvis eróticos y grotescos en ocasiones. Mientras que los instrumentos que se emplean son tres tambores denominados "Quinto", "Salidor" y "Tres Golpes", dos marugas de metal (nkembi) y las claves (dos piezas de madera) que marcan el ritmo chocando entre sí.

Llegó a Europa en 1930 de manera estilizada y se comercializó en Nueva York, donde adoptó elementos del Jazz.

Los estilos principales de la rumba son el Guaguancó nacido en La Habana, así como la Columbia y el Yambú surgidos en Matanzas. El primero es el más elaborado en cuanto a música y textos y su baile se basa en la persecución amorosa del hombre a la mujer.

Entre los grupos de rumba más notables de Cuba sobresalen el de Celeste Mendoza y su grupo de guaguancó, Los Papines, Los Muñequitos de Matanzas, Clave y guaguancó, dirigido por Dedeo; entre otros grandes.