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Candido Fabré, ese genio cubano de la improvisación

No hay carnavales o festejos en la Cuba de hoy, donde participen orquestas y músicos nacionales, en los que el pueblo no reciba con total simpatía y entusiasmo al que han bautizado popularmente como El rey de la improvisación.

Por supuesto que estamos hablando de Cándido Fabré, un verdadero talento musical que goza de altísimos niveles de popularidad entre nacionales y foráneos, y que sabe dar en el punto exacto del gusto y el deleite de las masas.

De hecho, la improvisación ha sido por siempre una de los grandes atractivos para los cantantes de la música popular cubana. Desde todas sus variantes, se les reconoce como verdaderos artistas a quienes crean al vuelo cuartetas y rimas, que pueden estar a tono con la canción del momento o a partir de una situación cualquiera, creada en pleno concierto.

Si bien, son muchos los cantantes que han alcanzado renombre como improvisadores, tendremos nombres como el gran Benny Moré, “El Bárbaro del Ritmo”, o Roberto Faz, y en el presente destacan otros como Paulo F.G. o Mayito Rivera, ex integrante de Los Van Van; pero ninguno ha tenido la gracia y la chispa para igualarse a Cándido Fabré, reconocido por sus seguidores en la música popular bailable como “El Rey”.

Y es que el oriental ha sentado cátedra con su espontaneidad y creatividad desde que dio sus primeros pasos en la música, cuando con solo 18 años inició como cantante del grupo Samuray, en su natal municipio de San Luis, en la provincia de Santiago de Cuba.

Sin embargo, la fama de Fabré le llegó unos años después, cuando pasó a integrar las filas de la popular orquesta Original de Manzanillo, que bajo la dirección del pianista “Pachy” Naranjo, marcaría un nuevo tiempo en la música, gracias a la voz rasgada y la habilidad de el joven para improvisar.

El periodo de Fabré en la Original de Manzanillo fue el de los mejores años del cantante y también de esa agrupación. Si bien aquella fue una etapa de múltiples éxitos, una vez separado del conjunto, ambos lograron mantener una carrera exitosa, que los ha mantenido en el centro del gusto popular.

De ese periodo son los álbumes Coge el camarón, Córranse, caballero, Guayabita del Pinar, Acabo de llegar y A la hora que me llamen voy, entre otros grabados y distribuidos por la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales de Cuba.

Concordando con el nombre de algunas de estas producciones discográficas, son los nombres de algunos de los más importantes temas de Fabré, canciones como Guayabita del Pinar y A la hora que me llamen voy, a las que se unieron otros éxitos como Mi sombrero de Yarey, Deja que Roberto te toque, y La Habana quiere guarachar contigo, por sólo mencionar algunos entre una larguísima lista de éxitos.

Eran los mismos años del llamado “Boom de la Salsa”, una racha que aprovecharon Fabré y el conjunto de Pachy Naranjo para compendiar una serie de trabajos que resultaron en varios discos bien recibidos por la crítica y el pueblo.

Cándido se ubicó entonces como una de las voces más conocidas y llamativas de la música popular de la Isla de Cuba, gracias a su particular timbre, pero sobre todo por su ingenio y un dinamismo casi de autómata.

De eso dependió que Cándido entrara al selecto grupo de los músicos cubanos más versionados de todos los tiempos, con otros grandes como Juan Formell y Adalberto Álvarez. Entre esos grupos e intérpretes destacan La Aragón, Los Van Van, la Charanga Habanera, La Revé, y Manolito Simonet y su Trabuco.

Fabré ha sido uno de los mayores soneros de todos los tiempos, llegando a convertirse en símbolo de auténtica sonoridad cubana. Una vez fuera de la Original de Manzanillo, Fabré creó su propia agrupación, con la que ha mantenido una larga carrera e importante repertorio, que crece con el tiempo gracias a sus aptitudes como compositor, orquestador y arreglista, principalmente desde la región oriental, pero también recorriendo cada rincón de la isla.