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Cebra

Desde una Palma autóctona hasta cebras y antílopes

A este sorprendente lugar se llega partiendo desde la ciudad de Camagüey, por la Carretera Central– una de las maravillas de la ingeniería civil cubana– yendo en dirección a Santiago de Cuba.

Al arribar a Jimbambay, se toma rumbo sur, 24 kilómetros, hasta alcanzar el pueblo principal del municipio Najasa, denominado Cuatro Caminos. A 12 kilómetros de este se localiza el área protegida Sierra del Chorrillo donde se despliega el sendero Santa Gertrudis.

Al recorrer ese lugar paradisíaco, atravesarás una pradera en la cual crecen disímiles tipos de palmas como la guana, la Real y una muy singular y única en el mundo: la de Najasa (Cocotrinax amocicata) una especie endémica de ese paraje cubano, que solo crece en roca caliza y es muy hermosa.

Pero si te asombra la flora, más aún lo hará la fauna. En región exclusiva de la geografía cubana te será posible admirar especies propias de la Mayor de las Antillas como el catey, el tocororo (Ave Nacional), la cartacuba, el carpintero verde, cotorras; pero también podrás deleitarte observando animales exóticos como cebras, antílopes sable o negro, venados coliblancos y ankoles.

Otro gran atractivo de este sitio alucinante es la Cueva de Gaspar Najasa, una caverna que atrae el interés de los espeleólogos por sus singulares características.

El Sendero de Santa Gertrudis tiene una longitud de 4 kilómetros y medio y se recorre aproximadamente en dos horas y treinta minutos, el número máximo de personas que se admiten en cada excursión para recorrerlo es de 15 y el mínimo de 10.

En la misma Sierra del Chorrillo se encuentra otro impresionante sitio llamado el Sendero de las Aves donde es posible observar, entre otras, palomas aliblancas, garzas azules, gavilanes de monte, codornices, torcazas cuellimoradas, tomeguines de la tierra, cotorras, cateyes, lechuzas, zunzunes, tocororos, sinsontes, golondrinas azules y cartacubas. El recorrido tiene una longitud de un kilómetro y ochocientos metros, se recorre en dos horas y admite treinta personas como máximo y 15 mínimo.

Este espacio de la geografía insular constituye una curiosidad de la conservación natural pues, según consideran los científicos, se ha dado en él una concentración de remanentes de árboles con apariencia de tacones o de trozos que en más de tres millones de años han llegado a petrificarse, diseminados en 1 hectárea de terreno.