Skip to main content

¡No es un ratón gigante! Se llama Jutía y es una criatura 100 % cubana, conócela aquí

Las jutías son el grupo de mamíferos cubanos más diverso, después de los murciélagos, tanto por la cantidad de especies –todas endémicas de la isla–, como por la gran variedad de tamaños que presentan, según afirma Gilberto Silva Taboada en el libro Cuba, de Eladio Fernández, que es un encuentro fotográfico con la naturaleza de La Mayor de las Antillas.

Estos singulares roedores se dividen en dos grupos de especies en dependencia de su localización en el archipiélago cubano. Así están por un lado las macrolocalizadas en el territorio nacional, la Isla de la Juventud y las cayerías como la Conga, la Carabalí (región centro occidental) y la Andaraz (en las provincias más orientales).

Por otro lado están, en cambio, las pequeñas especies microlocalizadas como jutía la rata (cayo Fragoso), de San Felipe (Cayo Juan García), de Cabrera (en la costa de Júcaro y algunos cayos del Golfo de Ana María) y por último la jutía enana que habita en una zona muy limitada de la Ciénaga de Zapata: el mayor y mejor conservado humedal de Cuba y el Caribe insular.

Dentro de todas ellas la Conga es la más variada tanto ecológica como taxonómicamente (por su clasificación) puesto que lo mismo vive en los árboles que en casimbas, en oquedades (cavidades) rocosas; como en manglares de las cayerías. Se han dividido incluso en cuatro subespecies, dos en la Isla de la Juventud y dos en cayos. Mientras que la Carabalí y la Andaraz son fundamentalmente arborícolas aunque en algún momento puede vérseles también en dichas cavidades rocosas.

Ahora, de las cuatro especies microlocalizadas, la de Cabrera y la rata habitan en nidos que ellas mismas construyen sobre sobre las raíces de los mangles, en cambio la enana y la San Felipe se ocultan por lo general en herbazales de la Ciénaga de Zapata.

Estos animales son vegetarianos estrictamente, salvo la Conga que en ocasiones tiende a ingerir crustáceos, moluscos y lagartijas. Consumen una gran gama de especies vegetales, aunque las que restringidas a cayos de mangle, dependen únicamente de esa planta.

Para complementar la alimentación, la jutía practica la seudocoprofagia (ingieren bolos fecales que toman directamente de su ano) para dotar al cuerpo de vitaminas que son sintetizadas por la acción microbiana en el intestino. Como es usual en los roedores, las jutías suelen roer madera dura y seca para compensar el crecimiento continuo de sus largos dientes, desgastándolos.

Forman harenes o grupos familiares que se estructuran a través de un macho dominante–defensor del territorio familiar—y varias hembras que se subordinan a él. Los machos descendientes de estas familias, cuando llegan a su madurez reproductiva, son expulsados a fin de que conformen sus propios clanes. Las hembras pueden parir varias veces durante el año con dos hijos en cada parto como promedio, aunque las especies más grandes pueden tener hasta seis crías.

Las jutías no perjudican la economía o la salud de forma significativa. Se ha constatado incluso que la Conga es uno de los animales que mayor cantidad de proteína silvestre posee en la fauna cubana. Su carne abundante, contiene valores proteicos mayores que de la de puerco, res y carnero.

Sus principales depredadores son el cocodrilo, el majá, el perro jíbaro (perro silvestre), la lechuza, la mangosta y el gavilán de monte. Y aunque las especies macrolocalizadas por su densa población no están amenazadas, sí son cazadas de forma indiscriminada por los seres humanos para usar su carne como alimento e incluso tenerlas como mascotas.

Las especies microlocalizadas sí se encuentran en peligro crítico de extinción. Se piensa incluso que la enana y la de San Felipe hayan desaparecido ya, pues ninguna de las varias expediciones científicas que se han sucedido en los últimos 15 años ha podido localizarlas.