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Celina González, la reina de la música campesina

Celina recordaría hasta el último momento de su vida aquel día en que se le apareció Changó, deidad afrocubana sincretizada con la Santa Bárbara de la religión católica. Para la joven cantante aquella aparición marcaría, según mantuvo a lo largo de su vida, el meteórico ascenso a la cúspide musical de la nación, y un poquito más allá. Constituyó el presagio rotundo de que se convertiría en La reina de la música campesina.

Celina González constituye, junto a Benny Moré y Celia Cruz, esa tríada de músicos imprescindibles dentro de la historia musical de la nación cubana. Ellos tres se encuentran en la cima de la popularidad sin que importen sus partidas físicas, pues sus legados se mantienen perennes de generación en generación.

La Reina había nacido en Jovellanos, Matanzas, el 16 de marzo de 1928, en una familia campesina, y ya de niña comenzó a cantar junto a sus padres y hermanos en los velorios y las reuniones familiares.

Fue desde en estos primeros años cuando con su prodigiosa voz captaría la base melódica y rítmica de los temas guajiros, y también la influencia de los cánticos negros, pues de su madre le vino la devoción por las creencias de origen africano y en particular por el panteón yoruba con sus orishas (deidades).

Desde ese momento de su vida se sintió fuertemente implicada con Ochún (sincretizada con Virgen de la Caridad del Cobre), Babalú Ayé (San Lázaro), Yemayá (Virgen de Regla) y fundamentalmente con Changó (Santa Bárbara).

Luego, cuando su familia se trasladó a Santiago de Cuba, su vocación musical tomaría forma en la cuna del son. A través de la radio y gracias a su inclinación al punto cubano comenzó a improvisar décimas y cuartetas, hasta que en 1943 descubre a quien sería el amor de su vida, el también músico Reutilio Domínguez.

Sería el inicio del popular dúo de Celina y Reutilio que alcanzaría renombre con sus guajiras, guarachas, sones y puntos cubanos, en muchos de los cuales incluirían términos, alusiones y estribillos relacionadas con la religión afrocubana.

Ya para 1948 cuando se dan a conocer por algunas emisoras santiagueras, el popular Ñico Saquito; autor de sones como "María Cristina", "Compay Gayo" y ", "No dejes camino por vereda" los llevó consigo a La Habana para que comparecieran en Radio Cadena Suaritos, donde se privilegiaban las raíces africanas de nuestra música, con excepcionales estrellas como Merceditas Valdés y la propia Celia Cruz.

Fue en esos días cuando Celina había tenido la aparición de Changó, y a modo de ofrenda estrenaría en su debut el que luego se convertiría en uno de sus temas más populares de todos los tiempos: "A Santa Bárbara", también conocido como "Que viva Changó".

Fue precisamente por obra y gracia de esta guaracha que el dúo alcanzaría una fama inmediata y rotunda, e incluso logrando barrer con aquellos prejuicios todavía existentes entre la música negra y los demás ritmos de raíz hispánica.

El éxito pronto les ganaría un contrato con la radiodifusora de alcance nacional más importante del momento, la RHC Cadena Azul, con la que firman contrato de exclusividad, y comienzan a grabar temas imprescindibles del cancionero guajiro cubano.

Enseguida el dúo se convirtió en el favorito del país, pues aquello de combinar décimas y cuartetas con temas alusivos al panteón yoruba alcanzó una desmedida aceptación por parte de las audiencias.

Pronto serían aclamados no solo en Cuba, sino en Colombia, República Dominicana, Venezuela, España, hasta luego visitar Nueva York, donde se presentaron en los años cincuenta junto a Benny Moré y el danzonero Barbarito Diez.

Entonces llegaría Yo soy el punto cubano, que se convirtió junto a Que viva Changó, en uno de los hitos musicales del dúo llegándose a reconocer mundialmente como un himno de cubanía, al igual que la popular Guantanamera de Joseíto Fernández.

El inusitado éxito cosechado por Europa, en países como Suecia, Francia y Grecia, marcarían su posicionamiento mundial, y sería en Reino Unido donde se le bautizaría a la diva matancera como "Queen of Cuban Country Music".

Celina murió en La Habana el 4 de febrero de 2015 a la edad de 86 años, sin que nadie lograra disputarle su merecida corona, pues fue para la música guajira, lo que Celia Cruz para la guaracha y el son.