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Playa Tarará, un nombre que viene del sonido de las trompetas

La hermosa Playa Tarará, de aguas turquesas y arena blanca, con 850 metros de extensión, es una de las mejores de la franja costera denominada Playas del Este, ubicada en la costa norte, a 27 kilómetros de La Capital de la Isla, en su municipio Habana del Este.

Es también conocida como Marina Tarará, pues en ella se encuentra la Marina Internacional de igual nombre donde pueden practicarse deportes náuticos como snorkeling, buceo en zonas de arrecifes coralinos y naufragios, paseos en yate y pesca. Se ubica exactamente entre las playas Bacuranao y El Mégano. En ella se levanta el Hotel Villa Armonía, de tres estrellas.

La  playa bordea al poblado homónimo, de una extensión de 11km², cuyo nombre surgió nada menos que en el siglo XVI y le fue dado por los indígenas obligados por los españoles a trabajar en le extracción del cobre, quieres llamarón a sus playas, terreno y río Tarará, debido al sonido de las trompetas con que los soldados de la metrópoli, iniciaban las operaciones de cuidado del embarque de ese mineral, que era utilizado para crear armas con las cuales se defendía a la Isla de los ataques constantes de piratas y corsarios.

En la etapa colonial Tarará y sus pueblos cercanos fueron escenario de las luchas por la independencia de Cuba contra los españoles.

A partir de la construcción del Túnel de  La Habana y la Vía Blanca, a finales de la década del 50 del pasado siglo XX, que facilitaron el acceso a la ciudad, este pueblo se convirtió en un codiciado lugar de veraneo de la clase media y era un club de yates en el cual vacacionaban la alta burguesía cubana y turistas norteamericanos, según el sitio Ancotur.  En ese entonces, al igual que hoy, las casas más próximas a la playa eran las más caras y estaban dedicadas a esa clase social.

Después de 1959, el gobierno comunista que se estableció en la Isla, expropió las viviendas y las destinó al uso de los estudiantes cubanos. En 1990 fue destinado a brindar atención médica a los Niños y adultos afectados por la catástrofe de la planta atómica de Chernóbil, en Ucrania. Hoy ha vuelto a convertirse en lugar para vacacionar y constituye un importante enclave turístico.