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Plaza Mayor de Trinidad, el mejor de los paseos por la Cuba colonial

La Plaza Mayor de Trinidad es el corazón del centro histórico urbano de la Villa y durante siglos ha sido elogiada por visitantes y locales, puesto que se trata de la explanada colonial mejor preservada del país.

Rodeada por residencias palaciegas esta plaza ha llegado a la actualidad tal y como fuera concebida a mediados del siglo XIX, cuando se inauguró como Parque del Recreo.

Con un origen que se remonta a 1514, la Villa de la Santísima Trinidad, está ubicada en la provincia de Sancti Spíritus, a 342 kilómetros de La Habana, y es la tercera de las siete primeras poblaciones fundadas por los españoles en el archipiélago cubano.

Dicha localidad que atesora ya cinco siglos de historia, tiene el privilegio de ser el casco colonial urbano de mayor grado de conservación del país y califica además entre los conjuntos arquitectónicos más completos y armónicos del continente americano, aspectos que le valen el sobrenombre de Ciudad Museo del Caribe.

En su centro histórico se aprecia una verdadera mezcla de estilos constructivos de los siglos XVIII, XIX e inicios del XX, con calles empedradas y estrechas, ceñidas por viviendas que destacan por su carpintería de maderas preciosas, las complicadas obras de forja y sus cenefas decoradas a mano.

La Plaza Mayor, eje central de la antigua villa, está compuesta por cuatro rectángulos simétricos destinados a la jardinería y el resto del área se encuentra pavimentada con la llamada loza bremesa. El arbolado es escaso, y en lo fundamental se sustenta en la existencia de palmas reales que aportan poca sombra, pero sí mucha distinción al lugar.

Llaman la atención las estructuras de principios del siglo XIX y las baldosas de terracota, cuyas historias revelan el pasado esclavista de la ciudad pues su mano de obra se sustentaba en el trabajo forzado de los esclavos africanos.

Dos paseos se cortan de manera perpendicular y en el centro se origina un espacio circular con un pedestal mediano que sostiene una escultura de mármol de Terpsícore musa de la danza y la música.

Una cancela de hierro fundido, proveniente de los Estados Unidos, cierra los accesos laterales, mientras que dos galgos, también de hierro, escoltan regios la entrada a la plaza.

Con el objetivo de garantizar el agua de la ciudad y en particular de los jardines de la plaza, fueron construidos dos grandes aljibes en la parte más elevada, y aún hoy se encuentran en perfecto estado de conservación.

La plaza se encuentra ligeramente inclinada y en la parte más alta se ve rematada por la fachada de color amarillo claro de la Iglesia Parroquial de la Santísima Trinidad, que constituye el edificio más destacado de toda la ciudad.

Dicho templo con arquitectura de estilo neoclásico y que se distingue por los extensos arcos de la fachada, conserva entre sus mayores reliquias una estatua tallada en madera del Señor de la Vera Cruz, la cual ocupa un sitio de honor en la nave central, junto a un altar de mármol dedicado a la Virgen de la Misericordia, único de su tipo en el país.

También en el perímetro de la Plaza se encuentra el Museo de Arquitectura Colonial radicado en un edificio de color azul turquesa. Se trata de una residencia que pertenecía a la familia Iznaga, de las más ricas de la región y muy reconocida por la torre que ostenta su apellido en el Valle de Los Ingenios, al este de Trinidad.

A un costado, se encuentra el edificio neoclásico del Palacio Cantero, que es la sede del Museo Histórico Municipal, y donde es posible apreciar la decoración más refinada de la villa, con piezas de exquisita porcelana, cristalería, estatuillas de mármol, y encajes bordados a mano.

Igualmente, desde la vetusta plaza se observa la bella fachada de color mostaza del Convento de San Francisco de Asís, rematado con cenefas de color verde pastel. Desde cuyo campanario se puede disfrutar de uno de los más cautivantes paisajes de Trinidad y que nos permite ver más allá las verdes colinas que flanquean la ciudad.

Las casonas coloniales, amplias, confortables y ventiladas, así como los lujosos palacios de la villa, son la máxima expresión al arte colonial cubano, y convierten a Trinidad, y en especial al entorno de su Plaza Mayor en una indiscutible joya urbanística y arquitectónica no solo de Cuba, sino del Caribe.