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Trinidad, perla colonial de Las Antillas

Ni la populosa y deslumbrante Habana, ni Santiago de Cuba con su gracia caribeña, pueden disputarle a Trinidad el título de villa turística de Cuba. El tercer poblado más viejo de la isla, preserva casi intacta su fisonomía colonial, y se erige sin pretenderlo siquiera, como la Ciudad Museo del Caribe.

Esta comarca, fundada el 23 de diciembre de 1514 por el conquistador Diego Velázquez, fue uno de los primeros enclaves españoles en el nuevo mundo, y hace honor a tal condición cuando preserva para suerte de visitantes y nativos, uno de los conjuntos arquitectónicos más vetustos y armónicos de toda América.

Razón más que suficiente para que miles de turistas de todo el mundo se decidan a venir hasta aquí, para descubrir al sur de la provincia de Sancti Spíritus, y a 318 kilómetros de la capital del país, a la legendaria Trinidad de Cuba, Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Si bien hoy la principal actividad económica del municipio es la industria torcedora de tabaco, no podemos negar los incalculables favores que le deja el turismo, pues no existe un solo recodo de la villa que no cautive con su gracia al visitante. Siendo así, el mayor deleite se consigue dejándonos perder, sin prisas, por sus callejas de piedra, o imbuyéndonos en la paz de un ambiente totalmente diferente a otro que podamos conocer.

Nos llamará la atención la prolijidad de sus casitas de diferentes colores, con largos portones y antiquísimas rejas, altas paredes de antaño rematadas todas por tejares de barro cocido.

En la estrechez de sus calles se entremezclan los coches antiguos con carros de tracción animal; y el habitual parloteo del cubano se matiza con el sonoro pregón de quienes venden frutas, sombreros de guano o cucuruchos de maní.

Muchos de los edificios más emblemáticos de Trinidad, rodean su Plaza Mayor, una añosa parcela de trazado rectangular, baldosas artesanales y jardines cuidados por cancelas de hierro. Como elementos decorativos destacan sus galgos de hierro y sus ánforas de fina cerámica, custodiados por numerosas palmas.

En su perímetro encontramos la Iglesia Parroquial Mayor de la Santísima Trinidad, con una de las naves más grandes que existen en Cuba, y cuya fachada neoclásica sin duda es el punto más fotografiado de esta ciudad colonial.

Igualmente, de atractivos para el visitante son el Museo Romántico, antiguo Palacio Brunet, la Casa de los Conspiradores y el Museo Municipal, que atesora algunos de los elementos y piezas decorativas más valiosas de toda la villa.

A solo unos metros de allí encontramos otro símbolo de la ciudad, el Convento de San Francisco un sitio de obligada visita en Trinidad. Hoy llamado Museo de la lucha contra bandidos, ofrece desde su torre-campanario las más increíbles vistas de la ciudad, confinada por las montañas del Escambray y el mar Caribe al sur.

Enfrente, la Plazuela del Cristo acoge a músicos tradicionales que nos deleitan con sus sones, y es posible degustar los sabrosos mojitos que de seguro necesitaremos para hidratarnos un poco.

Entre los lugares recreativos más populares se encuentra la Casa de la Música, que nos acoge con su larga escalinata de piedras, y donde cada noche se juntan cientos de visitantes y trinitarios dispuestos a soltarse un pasillo, con ritmos de la música popular, o disfrutar de conciertos, shows y presentaciones en vivo.

Aun teniendo la certeza de que sobran los atractivos en Trinidad, en sus proximidades también se hayan sitios de interés turístico, por lo que vale la pena hospedarse en la ciudad y usarla como base para programar excursiones.

Muy cerca, y también declarado Patrimonio Cultural de La Humanidad, se encuentra El Valle de los Ingenios, una zona que fuera el centro de la producción de azúcar y donde se conservan fabulosas mansiones y ruinas de las antiguas fábricas. Por encima de las distintas opciones de que el viajero dispone para llegar hasta allí, sugerimos hacerlo a bordo del tren turístico, otra verdadera joya patrimonial.

A 12 kilómetros se encuentra Playa Ancón, que aun estando en el litoral sur de la isla (los mejores balnearios son los de la costa norte) se distingue por su blanca y fina arena, su Marina, sus centros de buceo y la comodidad de sus hoteles, entre los que sugerimos el Grand Hotel Iberostar Trinidad.

Lo cierto es que toda experiencia de vida superará con creces lo que podamos contar desde tan sucinto resumen. Es necesario visitar Trinidad para percibir toda la magia que guarda esta pequeña comarca espirituana que muchos reconocen como la perla colonial de las Antillas.