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Sancti Spíritus: ¡la ciudad cubana que se movió de lugar por una invasión de hormigas!

Cada día son más los que redescubren a la vieja villa del Espíritu Santo, la única ciudad cubana que conserva su nombre en latín, y que se encuentra enclavada en el centro de la isla a 360 kilómetros de La Habana.

Sancti Spíritus es un apacible poblado de 500 años, que se debe a sus increíbles encantos históricos y culturales, pues la tradición oral, las costumbres y leyendas constituyen su principal tesoro. Quienes se aventuren a visitar la urbe podrán deleitarse con los increíbles relatos y mitos que comparten los lugareños.

Tal es el caso de aquella leyenda que indica que la villa se encontraba en otra ubicación, en las cercanías del poblado de Tuinicú, pero fue necesaria la mudanza para su enclave actual, a orillas del Río Yayabo, dado que se registró en 1522 una rara invasión de hormigas que atacaba el ombligo de los niños.

Este fenómeno, según cuentan, cambió por completo la suerte y destino de la urbe espirituana, y a pesar de los casi cinco siglos transcurridos aún esta historia se hace eco entre sus más viejos pobladores.

Para fortuna de todos, la ciudad crecería vertiginosamente en el nuevo enclave, y hoy, desde su centro histórico es posible disfrutar de la variedad de edificaciones que se han erigido en su trama urbano por varios siglos. Destaca particularmente un trazado irregular con una arquitectura vernácula cuidada en sus líneas y fiel representante de las influencias coloniales que dejó el dominio español.

Caracterizada por sus ventanales de estilo francés, custodiados por cancelas de hierro o por el trazado peculiar de sus calles, muchas de ellas empedradas, Sancti Spíritus constituye, junto a Trinidad, Remedios y Camagüey, una de las cuatro joyas arquitectónicas coloniales de Cuba.

Entre las edificaciones más representativas sobresalen la Iglesia Parroquial Mayor, el Teatro Principal y el vetusto puente sobre el Río Yayabo, este último, sujeto de admirables leyendas y mitos. Y es que el emblemático paso de piedra que consta de varios arcos, es el más viejo de todo el país, y fue erigido para unir las dos orillas del río Yayabo. Se trata de un sitio declarado Monumento Nacional, y que gracias a sus valores es el símbolo cultural de la villa.

Durante muchos años, la tradición oral ha atribuido su resistencia a la magia de un cemento especial conformado con leche de vaca o sangre de toro, mientras que otros aducen que se debe a un cemento especial traído desde la lejana Italia exclusivamente para su construcción.

Cierto o no, la verdad es que desde que se colocara su primera piedra en 1817, el vial se las ha agenciado para sobrellevar sobre su lomo el constante trasiego de una ciudad que no ha parado de crecer.

Por otro lado, destaca la majestuosidad de la Iglesia Parroquial Mayor, construida en 1680, con marcadas influencias moriscas y europeas, tan propias del sur de España. Ataviada con un alto frontón, y mostrando sus ventanas y puertas enmarcadas por delicadas cornisas, nos cautiva con la enorme torre que tardaría 80 años en erigirse.

Igual de deslumbrante resulta el Teatro Principal que ha acogido por más de cien años los más importantes sucesos culturales más de la ciudad y su pueblo. La iniciativa surgió de la añoranza de un grupo de lugareños diletantes que acostumbraban a organizar tertulias ante el viejo portón de una derruida botica en la calle Real.