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Robaina

Descubre las Vegas de Robaina, en la tierra del mejor tabaco del mundo

Te invitamos a conocer la historia del veguero cubano que le da nombre a algunas de las vitolas más famosas del mundo.

Hoy se mantienen intactas y fascinantes las plantaciones de tabaco del difunto Alejandro Robaina, un campesino que fue conocido mundialmente por la calidad de sus habanos, producidos en Vuelta Abajo, al suroeste de la provincia de Pinar del Río, al oeste de La Habana.

Se trata de 16 hectáreas dedicadas al cultivo del tabaco, desde las que anualmente se producen capas para la fabricación de entre ocho y diez millones de puros. Una cifra significativa, si tomamos en cuenta que el país fabrica al año entre los 100 y 150 millones de unidades para la exportación.

Para llegar a este hermosísimo paraje es preciso tomar la carretera central y dirigirse hacia el suroeste de la ciudad de Pinar del Río. A 18 kilómetros de la urbe, en el municipio de San Luis comenzamos a ver las señalizaciones pertinentes, o bien podemos preguntar a los pobladores rurales de la zona, para que nos guíen.

 

Tabaco secándose

 

Es conveniente contactar con anterioridad desde las oficinas turísticas de la región si queremos servirnos de los diferentes circuitos disponibles para realizar vistas a estas increíbles plantaciones.

Le recomendamos al visitante los dos primeros meses del año, en particular Febrero, que es cuando se desarrolla la cosecha tabacalera, aunque algunos vegueros comienzan la zafra desde octubre.

En las Vegas de Robaina se cultiva un tabaco de primerísima calidad desde el año 1843, lo cual avaló el lanzamiento, en 1997, de los prestigiosos puros Vega Robaina, única vitola que tomó el nombre de un veguero, y mucho más llamativo aún que asumiera ese nombre en vida de este.

Pues sí, Alejandro Robaina fue el único cubano que tuvo una marca de tabacos con su nombre, y la llevó por todo el mundo durante trece años, hasta 2010, cuando con su muerte se perdía a uno de esos iconos mundiales en cuanto a la fabricación del mejor tabaco del mundo.

A Robaina nunca le faltaba un buen tabaco torcido en su mano derecha, o un sombrero de yarey para cubrirle el rostro del sol. Precisamente su rostro mostraba los mismos pliegues, surcos y trazados de las hojas del tabaco.

 

 

Desde niño aprendió en las Cuchillas de Barbacoa, en los llanos vueltabajeros, el arte de cosechar excepcionales capas para la confección de famosos habanos cubanos, siguiendo la tradición que su padre y su abuelo de origen canario, que le impusieron desde chico.

De modo que se ganó con su esfuerzo y el exclusivo sello de sus producciones el derecho de nombrar una de las marcas de habanos Premium que Cuba exporta a más de 130 países, con vitolas tan reconocidas como las de Cohíba, Partagás o H. Upmann.

Alejandro Robaina, desde su título de Embajador Mundial del Habano, fue entrevistado por varios de los medios más importantes del mundo y compartió con encumbradas personalidades como el cantante y actor español Julio Iglesias, presidentes y millonarios de buena parte del orbe, le elogiaron.

Con su tradicional estilo de campesino cubano, y el tabaco perenne en su mano derecha figura en fotos desde diferentes latitudes, lo mismo frente a las pirámides de Egipto, que la Torre Eiffel, el Coliseo Romano o las Torres Petronas, en Malasia.

Se trata del símbolo más auténtico de la producción tabacalera en la isla, y tanto los puros que llevan su nombre como sus vegas en Pinar del Río, atestiguan el basamento de esa fama.