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El almiquí: uno de los mamíferos más raros e interesantes de Cuba

Uno de los mamíferos más interesantes de Cuba y a su vez de los más raros y en mayor peligro de extinción del mundo es el almiquí cubano (Solenodon cubanus), cuyas poblaciones han disminuido críticamente como resultado de la excesiva reducción y fragmentación de su hábitat, según el libro Mamíferos en Cuba de los doctores Carlos A. Mancina y Rafael Borroto Páez.

La minería, la desforestación, la agricultura, los asentamientos humanos y las especies invasoras como perros, gatos, puercos y ratas negras existentes en las áreas de distribución de este singular mamífero, son las principales causantes de la drástica disminución de individuos de esta especie animal cubana.

El hábitat del almiquí lo constituyen los bosques húmedos y pluvisilvas montana y submontana a más de entre 400 y 800 metros sobre el nivel del mar, sitios con una flora de gran endemismo.

Es un soricomorfo como los topos y las musarañas, insectívoro y fue dado a conocer por Felipe Poey, insigne naturalista cubano, en 1838, quien creía que se trataba del Solenodon doxus de la isla La Española, cuando en realidad era una especie endémica de Cuba cuyas diferencias fueron establecidas por el alemán Wilhelm Peters en 1861, quien la nombró como Solenodon cubanus. Sin embargo el nombre de “almiquí” lo propuso Poey que lo había tomado de la sierra del igual nombre situada cerca de Bayamo.

En 1944 es descubierta una nueva especie, la Solenodon poeyanus, descrita por Thomas Barbour en una zona que ahora pertenece al Parque Nacional Alejandro de Humboldt, declarado patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO, que ocupa parte del territorio de las provinicias Holguín y Guantánamo.

El término solenodon es de origen griego y significa diente acanalado, característica que tienen sus segundos incisivos inferiores, presentes en las dos especies cubanas y la de la Española y ubican a estos animales entre los escasos mamíferos venenosos del planeta, pues dichos dientes se conectan con una glándula tóxica submaxilar.

Esta toxicidad ha sido demostrada por las fiebres, inflamaciones y otros síntomas que han presentado personas mordidas, sobre todo cuando las heridas son provocadas por los dientes inferiores. Situación que amerita ser estudiada y es muy interesante, sobre todo teniendo en cuenta las características antitumorales y antioxidantes encontradas en la saliva de otros mamíferos insectívoros venenosos.

Los almiquíes son de hábitos nocturnos y se consideran gigantes pues la mayoría de los insectívoros son muy pequeños. Los pocos ejemplares que se ha podido pesar oscilan entre los 750 y los 950 gramos, su largo cabeza-cuerpo es de 360 milímetros y el color del pelaje puede ser ocre, castaño oscuro, y en los laterales blanco amarillento.

Si se haya en estado de estrés por la interacción con otros animales eriza sus pelos y emana un olor desagradable como consecuencia de las secreciones de las glándulas axilares e inguinales. Tiene además fuertes garras en las patas que les permiten cavar sus madrigueras, exponer invertebrados y matar pequeños pollos, por ejemplo.

Es también muy activo y tiene un metabolismo muy acelerado, es por eso que ingiere enormes cantidades de alimentos cada día, cerca de 170 gramos, cifra que representa de un 18 a un 22,6 por ciento de su peso corporal.

Muy poco se sabe acerca de su reproducción. Existen evidencias de que varios miembros de una misma familia –entre cinco y siete ejemplares– pueden habitar en el sistema de madriguera en que viven. Las hembras tienen dos mamas en la parte trasera de los muslos a tres centímetros del ano aproximadamente y las pocas capturaras poseen dos crías únicamente. Se cree que su tiempo de gestación es de 84 días, lactan por 75 y viven alrededor de 11 años.