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Holguín, la Ciudad de los Parques, las tradiciones y el encanto

Holguín, también conocida como la Ciudad de los Parques, es una urbe colonial cabecera de la provincia homónima, ubicada en la porción septentrional de la región oriental de Cuba, a poco más de 730 kilómetros de La Habana, capital del país.

Es la cuarta ciudad más importante de la isla, uno de los destinos turísticos citadinos más visitados por el turismo extranjero y nacional. Llama la atención en ella el sorprendente estado de conservación de su patrimonio arquitectónico.

El alojamiento es garantizado por varios hoteles: Islazul Pernik, Villa Islazul El Bosque, Cubanacán Villa El Cocal y Cubanacán Villa El Quinqué todos ubicados en las afueras de la urbe y en el Casco Histórico se halla el Encanto Caballeriza.

La estructura urbana de Holguín le ha valido a su segundo elegante apelativo. En su centro se suceden cinco parques situados en bloque, paralelamente, a lo largo de las dos calles más importantes de la ciudad: San Isidoro o Calle Mayor y Libertad y Maceo también denominada San Miguel.

Al igual que muchas arterias holguineras, cada uno de los cinco parques tiene más de un nombre. Está en primer lugar el emblemático Calixto García, otrora Plaza de Armas, situado en el centro de la ciudad y nombrado en honor del mayor general mambí que lucho en las tres guerras contra España. Le siguen el Julio Grave de Peralta o de Las Flores, el San José o Carlos Manuel de Céspedes, el Martí o Victoriana de Ávila y el Infantil o Rubén Bravo. No obstante, existe muchos otros en zonas más alejadas del Centro Histórico citadino como Vista Alegre, Peralta y Pueblo Nuevo.

Una característica que se repite en ellos es que son más elevados que el nivel de las calles colindantes, debido a que en épocas pasadas la ciudad solía inundarse durante los aguaceros de primavera. Todos están estrechamente vinculados con la historia y la vida social de la ciudad. Muy cerca del Calixto García, por ejemplo, se encuentran la Biblioteca Provincial Alex Urquiola, las galerías Moncada y Bayado, el cine Martí, el teatro Guiñol, el club Casa de la Trova, el Museo de Ciencias Naturales y el de Historia Provincial y La Periquera, simbólica edificación venerada como el más importante escenario citadino, en la cual radicó la residencia del gobierno holguinero durante más de un siglo.

Otro importante símbolo es La Loma de la Cruz, una elevación de 261 metros sobre el nivel del mar ubicada al norte de la urbe, a la cual se asciende por una escalinata de 458 escalones, con descansos intermedios y bancos, desde cuya cima se observan espectaculares vistas de la ciudad.

Su nombre data de 1790 y se debe a la cruz de madera ubicada en esa época por fray Francisco A. de Alegría, la cual constituye un símbolo protector para los holguineros. En 227 años fueron colocadas 3, la primera mencionada, la segunda ubicada en 1950 y la tercera, situada a principios de la década del 90 del siglo XX. Desde este sitio el papa Francisco bendijo a Holguín durante su visita a Cuba.

Aquí comenzaron también las tradicionales fiestas populares de las Romerías de Mayo. Cada año los pobladores subían a cumplir promesas y celebrar hasta la madrugada del día siguiente. Hoy constituyen uno de los acontecimientos culturales anuales más importantes del país, duras varios días y asisten numerosos artistas y personas de toda la isla y otras latitudes.

La urbe holguinera debe su nombre al capitán Francisco García de Holguín, uno de los hombres de Diego Velázquez. En 1720 se inauguró la iglesia que le dio nombre a la localidad, que desde ese momento comenzó a llamarse Hato de San Isidoro de Holguín. Treinta y dos años después, el 18 de enero de 1752, se constituyó el cabildo y se le confirió el título de ciudad.

El territorio es cuna de grandes figuras de la cultura cubana como el maestro, pianista y compositor Frank Fernández; el artista plástico de renombre internacional Cosme Proenza y el muy conocido y apreciado Faustino Oramas , El Guayabero, compositor y cantante de conocidas canciones populares de doble sentido que son un símbolo de cubanía.

La Ciudad de los Parques encanta por todo: su arquitectura, su historia, sus tradiciones, su cultura, el calor y la autenticidad de su gente amable y a la vez orgullosa. No se puede explicar bien cómo, pero definitivamente hechiza y cautiva incluso antes del primer encuentro con ella y luego de este, se hace inolvidable.